La verdad es que molan los planes espontáneos.
El miércoles pasado estábamos, como siempre, comiendo los del curro en la cantina. Y hablando, entre otras cosas, sobre la última vez que habíamos ido a esquiar. Y como otras tantas veces estábamos comentado: "hay que repetirlo algún día", "si, es cierto, algún día de estos tenemos que mirarlo", "porque no queda tan lejos", "si, claro, en un día, ir y volver no se tarda tanto"...
Hasta que uno soltó: "¿Oye, y por qué no vamos mañana?"
Y fue dicho y hecho. En cinco minutos habíamos elegido lugar (Christlum, una estación relativamente pequeña, pero a sólo 1 hora y media de camino, en la frontera con Austria), miramos la previsión del tiempo (buena) y miramos el tema disponibilidad... no estaba nuestro jefe, así que decidimos por unanimidad tomarnos el jueves libre.
Por lo que al día siguiente por la mañana cogimos los bártulos y nos montamos en el coche....
y a los Alpes!
Al salir de casa ví que había una mini-capa de nieve y me estuve acordando de la familia del que había hecho la previsión del tiempo... pense: "si aquí está nevando, la que nos va a caer en los Alpes...".
Pero no, de hecho nada mas pasar Munich se fue despejando poco a poco... y en cuanto avistamos las montañas el cielo estaba totalmente despejado. Azul azulísimo.
Llegamos, nos subimos al telesilla... y la pista prácticamente toooooooooooda para nosotros. Es que, ¿quien va esquiar un jueves?.
Sol, pistas enormes y vacías... ¿qué más se puede pedir? La única pena fue que la nieve estaba bastante dura, sobre todo en las zonas donde daba sombra (tengo un par de moratones que lo confirman).
Encontramos a un grupo que estaba entrenando, haciendo slalom, (con banderillas) y nos pusimos nosotros también a hacer lo mismo, en plan profesional (desgraciadamente no nos cronometraron), hasta que nos dijeron que esa pista era sólo para entrenamiento, y nos tuvimos que ir a otra.
Y cuando estábamos en la pista más alta de la montaña, uno del grupo dijo: "¿Oye, y si escalamos hasta la cima?". Yo pensaba que andaban de coña, pero no. Se pusieron los esquíes al hombro... y a subir. Yo los seguí claro, no me iba a quedar solo (podía aparecer el abominable hombre de las nieves en cualquier momento).
En fin, que unos 40 minutos después, sin resuello y con medio pulmón perdido por el camino llegamos a la parte superior de la montaña. Allí nos sacamos un par de fotitos (la verdad es que la vista era increible, sobre todo porque la visibilidad era muy buena), nos pusimos los esquies... y p'abajo! Sólo 5 minutos en deshacer lo que tanto esfuerzo nos había costado subir...
Ya destrozados, hicimos un descansito.
Y de vuelta pa'casa. La última bajada eramos literalmente los únicos que había en la pista.
Lo dicho, molan los planes espontáneos.
lunes, 18 de febrero de 2008
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