La peor tortilla de patata

Guti una vez me dijo que había mil maneras de preparar una tortilla de patatas. Pero daba igual el método, todas sabían bien.

Pues lamentablemente hoy he comprobado que no es cierto, ya que hoy he preparado una tortilla de patata realmente horrible extraña.

Mira que hacía tiempo que no hacía una, entre otras cosas porque suele llevarme una hora y no suelo dedicarle tanto tiempo a cocinar (al menos entre semana). Pero hoy me apetecía y además quería prepararle algo "vegetariano" a mi nueva compañera de piso.

Así que me he puesto a pelar patatas, cebollas, pongo la sartén... y me doy cuenta de que se me había acabado el aceite de oliva. Y ya era tarde para ir a comprar. Así que en vez de ir a donde el vecino a preguntar, he cogido otro aceite que había en la cocina. No lo había usado nunca (lo había comprado Heidi hace tiempo para no-se-qué). El caso es que miro la etiqueta y pone (traducido):

"Aceite para Fondue. Composición: Aceite de girasol y extracto de Romero"

"No puede estar tan mal"- pensé. Así que lo eché a la sartén y listos.

Caliento el aceite echo las patatas... y poco a poco me viene a la nariz un olor raro. Como de especies, pero muy fuerte. Me recordaba a los Aufguss o estos líquidos que suelen echarse a las piedras calientes u hornos de las saunas para aromatizar (los que han estado en una, en el centro o norte de Europa saben a lo que me refiero).

El caso es que ya no había vuelta, y seguí preparando la tortilla, con el siguiente resultado:


En general no tenía mala pinta, pero que queréis que os diga. Da igual el sabor, la textura o consistencia de la tortilla. Si el olor no concuerda, no hay manera de disfrutarla.

Creo que Christina no va a querer volver a comer una tortilla de patata nunca más...